jueves, 12 de agosto de 2010

Es sólo la necesidad.~


“It’s not “natural”, “normal” or kind
The flesh you so fancifully fry
The meat in your mouth
As you savour the flavour
Of MURDER…” Morrisey

Es sólo la necesidad decían los tipos…

Mientras sus pasos se acercaban al cercado de madera, decididos, rígidos, estoicos. Ninguna mísera gota de preocupación de estreñimiento o nerviosismo. Es que estaban acostumbrados, era la necesidad. Con cuchillo en mano, de esos carniceros que en un movimiento imprudente podrían rebanarse un meñique,ellos mismos. Pero no. Estaban acostumbrados.

Se adentraron al pequeño terreno, en ese día grisáceo… directo a su presa. “Ese primero, me tinca”- se escuchaba decir. De repente, uno de ellos tomó una cuerda y haciendo movimientos en el aire ató a su víctima escogida… Entre ese ganado de blancos corderos, uno con campanita colgada al cuello fue el tachado con la marca de la bestia.

El pequeño, quizás no entendía la situación ¿por qué esos hombres me atan de pies y manos cómo si yo fuera a hacerles daño?- Quizás sintió. Pero su instinto, ese que mueve a cada ser vivo le anunció la partida, la marcha. Y se defendió con gritos y llantos despavoridos, moviendo la cabeza para encontrar a sus compañeros y pedir ayuda, pero los demás estaban acorralados, desesperados… No tenían ni siquiera dedos para cortar la soga que atormentaba a su hermano.

Entre los hombres, lo levantaron para acomodarlo en una mesa al centro del patio… Mientras uno sujetaba la cabeza del animal, que no dejaba de defender sus últimos suspiros. Otro tomaba el cuchillo y tomaba medidas para dar final al golpe justo. Al final, meneando el afilado metal entre un lado y otro… cortaba el cuello del blanquito cordero.Lentamente para que la sangre callera en la fuente que habáin puesto bajo la cabeza. “Es que es para hacer manjar con esto”, decía el otro hombre, excusándose.

No paraban los gritos, porque la agonía era aspera… la carraspera de cada berrido era en cada minuto más profunda y se extingúía un poco mas… un poco más. Después de varios minutos la sangre yacía caliente sobre la fuente preparada con condimentos, coagulada, fresca… de nadie. El cordero derrotado ante aquella tortura, descansaba tiritando aún su cadáver devastado.

Ya nadie escuchaba los chillidos, el llanto desesperado. Ahora eran las plumas el siguiente problema para el GRAN causeo que se iban a dar. Lo demás, cuerpo, ojos, boca, patas.. no importaba.

El silencio reinaba pleno, majestuoso con esa luna que se asomaba y alumbraba el rostro de una nueva muerte que avergonzada escondía su cara entre los ojos de su víctima… Cabizbaja ante el hecho de no saber, esta vez, el motivo de talante fechoría.~

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