miércoles, 7 de abril de 2010

Científico, ¡qué inútil eres en mis fríos!

Será egoismo? Será miedo?
Un hombre no puede estar solo... Una vez me contaron la historia de una tribu de Oceanía... de una especie de brujo que condenó a un indeseable con polvitos mágicos que predecían su muerte...
Lo más raro era que sí, el hombre murió... y no fue homicidio ni suicidio. El hombre simplemente cerró los ojos y desapareció como si aquel polvo mágico hubiera predestinado su fallecimiento... Pero no fue magia, no fue superstición no fue el complejo de chaman del brujo... Sino un paro cardíaco que acabó con su vida. ¿Y cómo fue provocado este paro? La soledad se encrustó en cada poro de su piel.. en cada palmo de su organismo, hundiendolo hasta que su propio cuerpo se resignó al frío. al decir, esas palabras condenativas que enunció el brujo, las personas se alejaron del hombre, maldiciendo su estado... Soledad que no se puede aguantar, que congela por dentro y por fuera, mujer descerebrada que ni siquiera deja una gota tranquilo, para uno mismo, con uno mismo, solo. Ni siquiera el Científo puede combatirte, puta ¿De qué estas hecha? ¿De los gritos de los muertos?

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